Arrogancia periodística

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Helen Álvarez Virreira

Tomando de La Razón

29 de junio de 2015

Hay mucha gente susceptible a la arrogancia y como reportero resulta imprescindible una sincera humildad”. Tomo esta frase del maestro Ryszard Kapuscinski, porque es una enseñanza que ha brotado de la experiencia de este periodista polaco fallecido en 2007 y porque me permite abordar un tema que solemos evitar: ¿cómo hacemos nuestro trabajo las y los periodistas?

Cuando como periodistas nos piden hablar sobre “nuestro trabajo” parecería que está implícito que vamos a referirnos a los temas, que podemos haberlos tratado con mayor o menor profundidad, con más o menos prejuicios; y sobre las personas “objeto” de nuestro trabajo. No pensamos en hablar sobre la manera en que hemos encarado el tema, lo que necesariamente implica identificar desde dónde lo hemos hecho, es decir, desde quiénes somos. Esto puede deberse a que es frecuente que periodistas inviten a colegas para hablar       —de cara al público— de los temas que tratan y de la coyuntura. Hay eminencias en varias temáticas por el seguimiento que han hecho incluso durante años, de manera que conocen a todas las actoras y actores, y dominan el contexto. Pero hay quienes pretenden asumir roles protagónicos de realidades a las que apenas se han aproximado, es decir, periodistas que además de mediar entre el público y sus fuentes expropian las voces de quienes están en desventaja social. Terminan siendo “la noticia”. Pasar de ser quien relata a quien protagoniza es un acto de arrogancia.

Si ubicamos en este contexto a la entrevista al estilo “barricada” (interpeladora, agresiva, mordaz, que incluso raya en el maltrato) hecha por María Galindo a la periodista Isabel Gracia, podemos resaltar cuatro aspectos. Primero, es pretencioso pensar que un reportaje puede dar la solvencia suficiente para hablar de la situación de un sector, en este caso las madres privadas de libertad. Segundo, es fundamental conocer a dónde vamos y con quién hablaremos, en este caso el programa La loca mañana, realizado por una “no periodista” que no emplea reglas periodísticas.

En tercer lugar, como periodistas sabemos que una entrevista puede derivar en otras temáticas, de manera que es fundamental prepararse para entrevistar, pero también para ser entrevistada, lo que implica conocer las realidades que nos rodean. Cuarto, no es posible sustraernos de los cuestionamientos y ofendernos por las críticas, al grado de poner en riesgo la libertad de expresión, que siempre está en la cuerda floja, arguyendo “discriminación”.

A propósito de realidades y del rol periodístico en su construcción, en el Antimanual del periodista boliviano, el periodista Rafael Archondo afirma que la realidad solo puede ser conocida a través de mediaciones: “Lo que uno hace es ‘reconocer’, es decir, incorporar las percepciones sensoriales a su intelecto y experiencia previa, clasificarlas allí dentro de acuerdo a ello y comprender, o sea, integrar lo visto a un marco organizado de referencias”.

La pregunta de fondo a Isabel Gracia en “La barricada” fue sobre ese marco de referencias suyas, es decir sobre quién es ella, lo cual no implica sus títulos académicos; sobre el lugar social que ocupa, donde la apariencia física no es un detalle; sobre la herencia colonial que carga y que representa privilegios en nuestro país, le guste o no, lo asuma o no.

Ella no es la única periodista entrevistada por María Galindo, entre hombres y mujeres, y quienes se animaron con seguridad que salieron indignados, ofendidos, pero no mal parados; y aunque hubiera sido así, a ninguno se le habría ocurrido presentar una denuncia en una instancia gubernamental, porque conocen, pues, nuestra realidad y porque denuncian al poder, no se sirven de él.

* Helen Álvarez es periodista

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