Si hay algo cierto es que los virus informáticos no son inteligentes, lo que pasa es que los sistemas operativos que atacan son vulnerables, tienen fallas e imperfecciones que son explotadas por programadores avezados. Desde el punto de vista de los virus sociales podemos decir que no son inteligentes, lo que pasas que sus víctimas, los humanos, son mayoritariamente tontos.
No se explica de otra manera el enorme éxito que tienen estas aparentes bromitas digitales, las noticias falsas, las cadenas de la suerte o mala suerte, el consabido “mira quién visitó tu perfil” y las amenazas de infierno por no escribir “amén” que se propagan por doquier en las redes. Todas estas tretas se llaman “devoradores de tiempo” y no, no son astutas, nos son producto de brillantes programadores, de hecho, existen porque los humanos somos tontos, crédulos e impresionables.
La historia de los devoradores de tiempo tiene larga data, incluso antes de la Internet ya existían las cartas cadena que aparecían debajo de tu puerta y que te decían que Mary Smith había recibido 25 mil dólares tras haber cumplido con no romper la cadena y enviado diez copias de la misma; en cambio John Pérez, quien hizo oídos sordos, activó el maleficio de la carta y sufrió la pérdida de un familiar por su osadía e incredulidad.
Ni bien comenzó a popularizarse el email, nació la versión electrónica de estas cadenas y paralelamente llegaron los primeros virus sociales. Para citar algunos ejemplos, quizás recordarán el famoso “Bill Gates está regalando parte de su fortuna a los que envíen esta carta a 10 personas” o uno que causó bastante daño, que daba la instrucción de borrar un archivo primordial de Windows que, lejos de solucionar alguna vulnerabilidad arruinaba tu sistema operativo.
Para que se entienda, un virus social no es un programa de código malicioso, es un ardid psicológico en el que tú, y nadie más que tú es el agente infeccioso y quien promueve la propagación. No se trata de un código autoreplicable, sino más bien de instrucciones para que las personas, víctimas de su ingenuidad y desconocimiento, lleven adelante acciones que, como mínimo, les hará perder tiempo. Otros, sin embargo, van más allá y crean grandes perjuicios.
La semana que acaba de terminar llegó con uno de estos virus sociales peligrosos, que abre la puerta a lo que se llama “pishing” (pescar). Se trata de un aviso de que cierta administradora de pensiones ya extinta en Bolivia estaba pagando 25 mil dólares de reembolso a todos los aportantes entre 1990 y 1998. Para hacer efectivo tal pago se debía entrar a cierto enlace y llenar los datos. Estos datos, son luego utilizados por los delincuentes informáticos para acceder a tus cuentas y hacer varias cosas, como fraudes digitales o simplemente vaciar nuestra información personal.
No debería dejar de asombrarnos la facilidad con la que las personas caen en estos experimentos de ingeniería social, la ligereza con la que actuamos por instrucciones emitidas de fuente desconocida que nos solicita llevar adelante acciones cuyo fin ignoramos. Afortunadamete, la mayoría de estos virus sociales no causas mayor estrago que hacernos perder el tiempo, pero otros, sin embargo, abren la puerta para el robo de nuestra información, la clonación de nuestros perfiles sociales e incluso la vulneración de nuestros datos bancarios y otra información privada y sensible.
Las noticias falsas o fake news caen en esta categoría, nos llevan a creer ciertas cosas, nos vemos motivados a propagar la información y nos desvían del curso normal de los acontecimientos. Durante este período electoral vamos a vernos abrumados por estas noticias falsas de carácter político, las que intentan desprestigiar a candidatos, movimientos o eventos. También se propagarán mucho los virus sociales de pesca, que intentarán extraer tus datos privados para hacerse con tus cuentas, clonar tu perfil de redes o invadir tu privacidad digital.
Debemos pues tener más cuidado y sobre todo hacernos de la paciencia necesaria para investigar la fuente o razonar sobre la lógica que puedan tener tales cadenas, chismes o instrucciones. Ser desconfiado es muy importante, pero, además, tener la astucia suficiente para saber que no todo lo que brilla es oro, es más, mientras más brilla, menos oro ha de ser.
Finalmente, sean gentiles con sus amigos y, tras que detecten uno de estos devoradores de tiempo avisen en sus grupos, desmientan en sus muros y de esta manera le estarán ahorrando el desperdicio de miles de horas a la humanidad.