Hernán Cabrera – ¡De Pilatos y conspiradores!

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Pilatos y fantasmas conspiradores. La dialéctica y excusas de los que asumieron el poder. Veamos.

Cuando asumió Evo Morales la Presidencia dijo que todos los males del país tenían su origen en los gobiernos neoliberales y en el imperio del Norte. Luego hubo elecciones con fraude desde el TSE y huyó. Se posesionó a Jeanine Añez y acusó al gobierno de Evo de los problemas que heredó. Llegó al poder Luis Arce y sin despeinarse apuntó al breve gobierno de Añez de ser la causante de la crisis y de los grandes conflictos que debería afrontar. Cuando está a punto de irse, otra vez, se lava las manos, y denunció que la oposición y el evismo son los causantes de la crisis económica y de la falta de combustibles.

Además veían los fantasmas de la conspiración en todos los espacios, dirigentes u opositores. Todos éramos conspiradores contra el gobierno de turno: la derecha, los  liberales, la prensa vendida, el imperio, Maduro, Trump, los comités cívicos….

Ambas estrategias lo llevaron adelante para gobernar y deshacerse de adversarios: lavaje de manos y las teorías de las conspiraciones,que les han generado resultados en unos casos y en otros, se derrumban, porque una mentira no se puede sostener todo el tiempo.

La manía que han tenido los gobernantes de imitar al romano Poncio Pilatos: no responsabilizarse de una determinada situación y lavarse las manos, como señal que ellos no son culpables, son los otros, los nacionales y los extranjeros. “Donde quiera que haya poder, hay lucha por el poder, independientemente de cuán silenciosa, porque el poder es un recurso escaso”, sostiene el filósofo Mario Bunge. El poder es adictivo y el que lo tiene quiere más poder. De eso tenemos experiencias los bolivianos.

El gobierno del MAS nos dejará un país en crisis multisectorial, eso lo sabemos todos y lo saben aún más los nuevos gobernantes, que han aceptado el reto de conducir a Bolivia por el periodo 2025-2030, en medio de tantas dificultades, contradicciones, problemas. Pues, hay que empujar el carro entre todos.

Esta cantaleta que se ha venido repitiendo es un fácil expediente para desviar la atención y echarle el perro muerto, como se dice en la jerga popular, a los anteriores autoridades. Pasa a nivel central, en los municipios y en las gobernaciones. Además en todo momento han planteado las teorías de la conspiración, es decir, los conspiradores eran sus enemigos y los causantes de las desgracias, y con ello se trataba de matar a la verdad, así como trataron de hacerlo con el fraude del 2019 imponiendo la postverdad del golpe de Estado.

“La crisis de la verdad es siempre una crisis de la sociedad. Sin la verdad, la sociedad se desintegra internamente.

Las teorías de la conspiración prosperan especialmente en situaciones de crisis. Hoy no solo existe una crisis económica y pandémica, sino también una crisis narrativa. Los relatos crean sentido e identidad. Por eso la crisis narrativa conduce a un vacío de sentido, a una crisis de identidad y a una falta de orientación”, nos recuerda el filósofo coreano, Byung-Chul Han.

Pues bien, más allá de pensar y ejecutar medidas contra todos los problemas urgentes que nos aquejan, deseamos que los nuevos gobernantes no se laven las manos y dejen de inventarse más teorías de la conspiración para protegerse o crear mantos de nieblas, una vez que sean posesionados como tales el 8 de noviembre. Recordándoles que el ejercicio de la política es, entre otros elementos, el arte de la resolución de conflictos y la administración de los bienes comunes. O sea es un permanente acto de cooperación y de gestión de forma conjunta.

Ahí está la Bolivia Plurinacional acosada por todos lados, vaciada en sus arcas nacionales por el gobierno de Luis Arce, que a última hora dispuso se paguen vacaciones a más de 500 mil funcionarios públicos a cuenta de vacaciones, en claro insulto a la economía y a la diaria lucha por sobrevivir de millones de personas que se loas encuentra en las rotondas, en los mercados, en las calles, ofreciendo y vendiendo ropas, alimentos, abarrotes, dulces, bebidas, etc.

Llegar al poder vía elecciones democráticas es la culminación de la carrera de un político, para lo cual se ha preparado y debe hacerlo bien en función del interés colectivo y de generar mejores condiciones de vida para el conjunto de los bolivianos y bolivianas, sin privilegios, ni exclusiones, ni padrinazgos.

El ejercicio de la política se ha vanalizado, corrompido y se convirtió en un botín para repartir regalos, pegas, prebendas para los amigos, simpatizantes, familiares, financiadores; palos y justicia para los enemigos u opositores. La política es el medio para destruir al enemigo o encarcelar a los opositores, así se lo vino haciendo, situación que debe cambiar radicalmente. Hemos sido partícipes de gestiones gubernamentales con altas dosis de corrupción y de corruptos, a quienes la justicia no les llegó. Eso lo hemos experimentado y lo conocemos de cerca, por lo que volcamos la página.

Precisamente el ejercicio del poder desde el máximo cargo presidencial, pasando por la Vicepresidencia, ministerios, direcciones, etc, se presenta como un escenario y oportunidad para generar cambios profundos con la premisa de refundar la política, como gestión y proyecto de poder.

Reto que seguramente el nuevo Presidente y Vicepresidente lo tendrán en sus agendas, ya que nos prometieron un país de maravillas en la campaña electoral intensa, sucia y violenta que fueron protagonistas, pero ahora que ya han tenido el apoyo popular, pues a trabajar, pero bajo un marco de decencia y de respeto. El filósofo español Fernando Savater, nos lanzó una pregunta: “¿En qué consiste la revolución democrática? En convertir a los individuos en portadores del sentido político”.

Mario Bunge, filósofo argentino, en su libro Filosofía política, nos da algunas pautas de esta refundación de la política y de dotarle de decencia a la gestión del poder: “La democracia no es sólo el mejor medio para distribuir y controlar el poder; también es el objetivo que se debe conseguir por medio de la participación ciudadana. La justicia social es una meta para todos aquellos que deseen utilizarla como medio para mejorar las posibilidades de disfrutar la vida de todo el mundo. Y así sucesivamente”.

El poder no es para destruir, ni para sembrar odios y cultivar la maldad. Aunque la historia está plagada de tantos monstruos.Chingis Khan decía que el mayor placer en el mundo es vencer a los enemigos, saquear sus bienes, montar sus caballos y, sobre todo, desmontar a sus mujeres”. O este deseo del máximo dirigente chino, Mao: «Si el enemigo avanza, yo retrocedo. Pero si se detiene, contraataco. Y si retrocede, lo persigo y lo aniquilo».

Pues, en Bolivia no es así ni tiene que ser de esa manera. La  historia nos debe dejar claras enseñanzas. Además ya estamos cansados y violentados de tanta polarización, división, confrontados por quienes han arengado los discursos del odio, del racismo, de la discriminación. Si bien “Toda la política es una lucha por el poder; el último genero de poder es la violencia”, según C. Wrigh Hills, en el Estado Plurinacional y respetando su mandato constitucional de que somos un país pacífico y que preserva la vida, la seguridad, las libertades, es hora de que los nuevos gobernantes entiendan la nueva forma de hacer y pensar el ejercicio de la política.

Pero sin Pilatos ni fantasmas conspiradores.

Hernán Cabrera M. es periodista y filósofo.

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