Ana María Aranibar – ¿Otra minería es posible en Bolivia?

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En los últimos años, la actividad minera en Bolivia, al igual que en otras regiones del mundo, ha sido y es estigmatizada por los impactos negativos que genera sobre el medioambiente. En el caso de Bolivia la mirada es muy general y desprovista de conocimiento de los distintos tipos de minería que se realiza.

Los detonantes de estos últimos años en nuestro país tienen que ver principalmente con la forma de hacer minería actualmente y que se describen de la siguiente manera:

– La actividad extractiva de oro aluvial en los ríos y sus cuencas.

– Actividades mineras ilegales en parques nacionales y áreas protegidas.

– Actividad de plantas de procesamiento de minerales tradicionales.

– Plantas de procesamiento de minerales de oro por lixiviación.

Es imprescindible marcar la diferencia de la actividad minera que se desarrolla bajo condiciones de desapego al cumplimiento de la ley, vulneración de derechos de las comunidades y de afectación al medioambiente, de aquella otra minería que se realiza bajo códigos de transparencia, sostenibilidad, y responsabilidad social y ambiental. Veamos,

Extracción de oro aluvial en ríos

Actividad que se realiza en el norte del departamento de La Paz, en cauces actuales, cauces antiguos, pozas, meandros y deltas de ríos, así como en terrazas que se han ido conformando en el tiempo. Quienes realizan estas labores extractivas son en su mayoría cooperativas mineras, empresas de pequeña escala, asociaciones accidentales entre inversionistas y cooperativas mineras, pese a que la ley no lo permite y mineras/os individuales artesanales. Una gran proporción de estos actores son ilegales, ya que no cumplen los requisitos básicos para operar, como el derecho minero y la licencia ambiental.

Estas operaciones,alteran el régimen hidrogeológico por la desviación del curso natural de los ríos, la contaminación de fuentes de agua, acumulación de mercurio, cambios del paisaje por deforestación y el desplazamiento de desechos de material por cuencas de los ríos, entre otros.

Las comunidades locales y especialmente los pueblos indígenas llevan adelante desde hace varios años una cruzada en defensa de su derecho al agua no contaminada, contra la pérdida de fauna acuática, contra la erosión y las inundaciones y aluviones que esta actividad provoca.

Extracción de oro en parques y áreas protegidas

Las afectaciones son aún más graves cuando la minería aurífera a pequeña escala se desarrolla en zonas de manejo especial, como parques nacionales o territorios de comunidades étnicas, o áreas protegidas de alta sensibilidad a efectos externos.

La actividad minera ilegal en Bolivia amenaza y afecta a varias áreas protegidas y parques nacionales, incluyendo el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Madidi, la Reserva de Biósfera y Tierra Comunitaria de Origen Pilón Lajas, la Reserva Nacional de Vida Silvestre Amazónica Manuripi, el Parque Nacional Tunari, los ríos como el Madre de Dios, Tuichi, y otros afluentes son puntos clave de estas operaciones ilegales

En el Parque Nacional Madidi se juntan los Andes con la Amazonia: Esa maravilla natural todavía se resiste a la invasión de mineros auríferos, quienes avanzan poco a poco por ríos y comunidades indígenas, destrozando una de las reservas más biodiversas del mundo. .

Plantas de procesamiento de minerales tradicionales

En torno a la actividad minera antigua y que se resiste a perecer, están las que se realizan en el Cerro Rico de Potosí, en el cerro Posokoni en Huanuni o el elevado Chorolque en Atocha, donde están emplazadas plantas de procesamiento de minerales tradicionales como complejos de plomo-plata-zinc, estaño, antimonio y wólfram.

El denominador común es el mismo, su emplazamiento en cercanías de centros poblados grandes e incluso ciudades como Oruro y Potosí, impactan negativamente el medio ambiente a través de la contaminación del agua con metales pesados y aguas residuales, la contaminación del aire por polvos y humos, la degradación del suelo debido a la toxicidad de los residuos y la erosión, lo que afecta la salud de las comunidades y la viabilidad de la agricultura y ganadería.

Plantas de procesamiento de minerales de oro

Este es un fenómeno reciente, que data de no más de 20 años, y tiene lugar en el municipio de Viacha, distante 27 Km de la ciudad de El Alto. En este municipio, probablemente debido al vertiginoso incremento del precio del oro, se han instalado plantas procesadoras de minerales de minerales tradicionales como plomo, zinc y otros de operaciones de extracción pequeñas del departamento de La Paz y también oro proveniente de la provincia Larecaja y del sector Illimani.

Estas plantas, en la mayoría de los casos, utilizan para la recuperación del oro métodos de lixiviación en pilas con cianuro como solvente. Dentro del área de operación de la actividad minera se ha podido observar que no se guardan adecuadas medidas de protección y mitigación ambiental para las partículas en dispersión. La materia prima para el proceso de concentración se encuentra dispersa en toda el área de la operación minera, las piscinas colmatadas, se desconoce si fueron impermeabilizadas; así también se observó acumulación de residuos mineros metalúrgicos (colas) en espacios que no cuentan con las características técnicas necesarias.

Todo lo anterior genera una gran preocupación entre la población por el posible drenaje de cianuro y el temor de afectación a los acuíferos de la zona y al aire, con los resultados gravísimos para la salud humana.

Frente a este panorama tan desolador para las actividades mineras surgen los cuestionamientos

¿Hay una forma de hacer una buena minería?

La minería responsable se realiza bajo políticas de sostenibilidad ambiental y social que abarcan el uso de tecnologías limpias, la gestión eficiente de recursos como agua y energía, la restauración de ecosistemas, y un compromiso firme con las comunidades locales a través de la consulta, el diálogo y la reinversión en su desarrollo.

Vamos paso a paso:

La gestión ambiental en una minería responsable implica:

– Invertir en tecnologías que reduzcan la huella de carbono, como la electrificación de equipos y el uso de energías renovables.

– Uso eficiente del agua, que implica implementar prácticas para el uso responsable del agua en todos los procesos.

– Promover la economía circular, que significa adoptar medidas para la gestión de residuos, como escorias y estériles, a través de la reutilización, reducción y reciclaje.

– La restauración de ecosistemas, a través de programas de restauración y reforestación de las áreas afectadas, reintroduciendo especies nativas y recuperando suelos.

Los temas de responsabilidad social de una actividad minera conllevan:

– Promover el diálogo comunitario, fomentando una comunicación constante y fluida con las comunidades locales y los pueblos indígenas.

– Apoyar el desarrollo local, que comprende el desarrollo social y económico de las comunidades, invirtiendo en educación, salud, acceso al agua y capacitación laboral.

– Promover la participación ciudadana a través de la consulta pública previa a los proyectos mineros.

– Respecto a la gobernanza y gestión de un proyecto minero responsable, los elementos centrales tienen que ver con:

– La integración de los factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en la estrategia corporativa y en todas las etapas de la cadena de valor. Tema que, en nuestro criterio es clave para el desarrollo de un proyecto minero.

– Buscar la transparencia y la ética, estableciendo una conducta empresarial responsable y transparente, así como la debida diligencia en todas las operaciones.

En Bolivia tenemos, aunque mínimamente, este modelo de empresa minera responsable que fue adoptado por algunos actores , en el pasado fue el proyecto aurífero Kori Kollo, en el presente abandera esta nueva minería la Mina San Cristóbal (Ag-Zn_Pb), y también tienen esta configuración las minas del grupo Sinchi Wayra , San Vicente, y otras pocas.

La minería debe permanecer en el país, con un enfoque de manejo responsable que por ahora sólo tienen las empresas mineras y que debe replicarse en la minería de pequeña escala (MAPE) donde el estado debe actuar de manera firme, imponiendo políticas sectoriales de respeto al manejo y cuidado ambiental y el buen relacionamiento con las comunidades locales.

Una minería responsable es posible y el sector minero en su conjunto debe trabajar en este posicionamiento.

Ana María Aranivbar es Gerente General en Cumbre del Sajama

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