Es bien conocido en el ámbito de las Ciencias Sociales que una práctica social se vuelve culturalmente legítima cuando se reproduce en masa en el tiempo y en el espacio social.
Por ejemplo el fútbol es un deporte que los bolivianos practican en masa, y por eso se ha vuelto un asunto cultural, económico y político. La religión católica y el cristianismo protestante son confesiones en las que los bolivianos creen mayoritariamente en comparación con otras creencias religiosas minoritarias en Bolivia.
Así, la corrupción pública es una práctica social que aunque ilegal y sancionada como delito es una práctica cultural naturalizada por la masa social boliviana. Al ser practicada reiteradamente en el tiempo y el espacio por los actores políticos y tolerada, reproducida y hasta premiada por la sociedad civil, al reproducir los mismos actores políticos, su visión del mundo y prácticas políticas durante décadas.
En contraste conceptos como Estado de Derecho, Democracia y Derechos Humanos a pesar de ser conocidos, no han sido practicados o ejercidos mayoritariamente por los bolivianos. Algo como la división de poderes y el acceso universal a la salud y educación no han sido comprendidos y ejercidos en masa por los bolivianos. Era y es bastante lógico que esa cultura política o falta de cultura política, dependiendo como se lo vea, iba a desembocar en algo malo, pues bien desembocó en lo que se denomina “estado plurinacional”.
Ahora bien, en este momento, prácticas como la “judicialización de la política”, el encarcelamiento o eliminación de adversarios políticos, el cierre de medios de comunicación, la curiosa muerte o suicidios de funcionarios públicos, la amenaza a la libertad de expresión, la corrupción pública, la absoluta falta de división de poderes, magistrados del tribunal constitucional que violan la constitución para beneficiarse a sí mismos !, el aumento exponencial y descarado del narcotráfico y el contrabando, los avasallamientos de tierras y de territorios indígenas, los llamamientos públicos y abiertos a una Guerra Civil, los bloqueos de caminos, calles y avenidas en el campo y la ciudad, el uso político sistemático de la confrontación étnica y regional haciendo uso y abuso de la psicología social e ingenuidad de regiones y etnias, la violencia simbólica y cultural, la imposición de una sola visión del mundo, entre otras. Son prácticas sociales y políticas que por su uso sistemático en el tiempo y el espacio social, se han naturalizado o asentado social y culturalmente, o van camino y tienen por función asentarse en la sociedad, imponiéndose como un “nuevo sentido común” (Gramsci 2009).
Si uno mira en la historia o hace un análisis comparado se verifica que es parte de una metodología política, así ha ocurrido y ocurre en la ex Unión Soviética, la República Popular China, y más cerca en el tiempo y espacio, en Cuba, Venezuela o Nicaragua. Lo que comienza como un cambio de paradigmas, de ideas, de visión del mundo, incluso y sobre todo de “carácter ético y moral”, termina como la imposición de una sola visión y la imposición del “nuevo Partido-Éstado” único (Gramsci ibid).
Y una vez se asientan o naturalizan estas prácticas sociales, se convierten – de a poco – en una Cultura Política y en último término en “masoquismo político”, toda vez que la sociedad civil se da cuenta tarde e intenta cambiar esta cultura y nuevo estado, pero ya no puede y tiene que soportar estoicamente el nuevo orden social y los que pueden terminan huyendo del país.
Vasileiv Seoane García es Cientista Social