América Yujra – La montaña rusa de emociones

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Incertidumbres y sorpresas. La vida tiende a ser, casi siempre, una mezcla de ambas. Todo puede suceder. Algo que lo prueba continuamente es aquello que Albert Camus amaba, Jorge Luis Borges detestaba y que ahora enaltecen —con diversidad de colores y emblemas— más de 3500 millones de personas alrededor del mundo.

Esta última semana, ése “algo” abarcó la atención de la opinión pública. Probablemente, muchas personas habrán hecho suyas éstas palabras escritas por Héctor Abad Faciolince en El olvido que seremos: “(…) el exceso de noticias deportivas era el nuevo opio del pueblo, lo que mantenía adormecido, sin nociones de lo que de verdad ocurría en la realidad (…) La ciudad se desbarata, pero aquí no hablan sino de fútbol”.

¿Por qué fascina tanto el fútbol? Porque siempre termina dando sorpresas, y eso lo hace hermoso. Por ejemplo, cuando las estadísticas (esos odiosos números) quedan en nada porque el equipo “modesto” le ganó al “superpoderoso”; o cuando el equipo que jugó bien todo el partido pierde frente al que sólo se defendió. También fascina por la montaña rusa de emociones que provoca: alegría, tristeza, rabia, desborde… con un gol al minuto 95 o la tapada increíble de un arquero.

Mientras escribo, escucho el partido de nuestra selección frente a Brasil. Primera fecha de las Eliminatorias rumbo al Mundial de 2026. Jugadores desordenados. Parecen no encontrar su posición en el terreno de juego. La línea de cinco que dispuso Gustavo Costas parecía ser la estrategia defensiva más obvia —y necesaria—, pero fue desarmándose poco a poco. Con toques simples, Brasil se posesionó en el campo y juega a placer. Quedan más de treinta minutos del partido. Nos gana 4 a 0. Incertidumbre.

Mucho antes de tan abultado marcador, la parada de Viscarra (sorpresa) al penal ejecutado por Neymar parecía dar algo de esperanza. No de ganarle a Brasil, claro está, pero al menos de lograr un resultado digno. Luego de ésta última semana infestada de dudas, denuncias y vergüenza, nuestro fútbol necesita algo de esperanza.

Como es sabido, Fernando Costa, presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), dio una conferencia de prensa que nos disgustó profundamente. “Amaños de partidos, sobornos, apuestas (…). Estaría contaminada la División Profesional y Copa Simón Bolívar. Árbitros involucrados, malos dirigentes y malos jugadores, se perforó a la mayoría de los clubes de ambas categorías”. En resumen, el fútbol boliviano se maneja a través de una red de corrupción y amaños.

Ante tales hechos, Costa aseveró que correspondía la anulación de los dos torneos que disputaban los 17 equipos de la División Profesional. Tal decisión fue aceptada por 14 de ellos. 248 partidos jugados, 663 goles anotados, tres equipos que disputaban el título (The Strongest con 49 puntos; Nacional Potosí, 43; Bolívar, 41) … Todo lo hecho en esta temporada fue desechado por “indicios”.

Todos coincidimos: los audios y capturas de pantalla que circularon estos días causan una aversión indiscutible. Sin embargo, anular los dos torneos sólo por “indicios” (sin una investigación exhaustiva previa, sin identificar y sancionar a todos los responsables, cabe remarcar) no era la solución más inteligente. Pero no había otra para quienes veían difícil lograr el campeonato, tenían por inevitable el descenso de categoría o se sintieron presionados por los tuits del “gran inversor” del fútbol boliviano.

De arreglos o incentivos ya se hablaba en el pasado. Muchas veces, se acusó a un equipo “x” de haber recibido del club “y” un “incentivo” para dejarse ganar y evitar que el rival del club “y” se consagre campeón y todo se defina en un partido final. No justifico los “indicios” denunciados por Costa, pero creo que hacer públicas tremendas irregularidades e inmediatamente hablar de un torneo corto (para “salvar” los cupos para las copas Libertadores y Sudamericana de 2024) deja más susceptibilidades que certezas.

Hasta el momento, los “indicios” conocidos son insuficientes para aseverar que los dos torneos fueron viciados completamente. Entonces, ¿por qué dudar de la legitimidad de los resultados conseguidos? Porque el nivel de gran parte de los equipos de la liga boliviana es tan bajo que sus dirigentes sólo pueden justificarlo culpando al arbitraje y a los “amaños”.

Dirigentes, jugadores y árbitros nos han decepcionado una vez más. En redes sociales se leía la eterna arenga que se espeta en los estadios: “que se vayan todos”. ¿Será esa la solución? Marcelo Bielsa dijo alguna vez: “El fútbol puede prescindir de todo, va a seguir viviendo sin entrenadores, sin dirigentes, sin futbolistas, sin espectadores; pero no puede vivir sin escudo”.

Me permito diferir con el “Loco” Bielsa. Los hinchas están antes que el escudo. Sin ellos, los colores y emblemas de un club serían meros recuerdos; los hinchas son la sangre que corre por sus venas y le permiten subsistir en el tiempo y tener un lugar en la historia.

El fútbol, de ser un espectáculo de emociones, sorpresas y fascinaciones destinadas a los hinchas, ha sido convertido en un lugar donde priman negocios e intereses de los dirigentes que ya no tienen en sus ojos la emoción ciega y devota del hincha, sino la avaricia del mal empresario. Por eso, son capaces de “apostar” los resultados de sus equipos.

Esa “mentalidad empresarial” no apareció sólo en este lado del mundo. Desde febrero de este año, el FC Barcelona está envuelto en un escándalo por supuestos pagos de casi ocho millones de euros al exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros de la Liga de España (José Enríquez Negreira), desde 2001 a 2018. Existe un proceso penal en curso (por delitos de corrupción en negocios y fraude deportivo, administración desleal y falsedad) en contra de exdirectivos blaugranas: Sandro Rosell, Josep Maria Bartomeu, entre otros.

Esta semana, el juez de la causa estableció que habría existido una posible “corrupción sistemática” en los árbitros; además de que el Real Madrid y otros clubes pueden considerarse como “perjudicados” con los pagos que habría recibido Negreira.

La ambición de esos dirigentes puede desembocar en graves consecuencias para el FC Barcelona. Pese a que se pone en duda el accionar arbitral, la forma en que su equipo jugó durante esa década justifica plenamente la totalidad de títulos ganados. Ni qué decir de la etapa 2008-2012. El mundo disfrutó y fue testigo de la perfección de ése equipo dirigido por Pep Guardiola.

Algunas consecuencias que enfrentaría el club blaugrana son multas e impedimentos de jugar torneos europeos (Champions League o Europa League). Ni se suspenderán ni declararán nulos campeonatos íntegros. Así corresponde: que los culpables sean sancionados, sin perjudicar a nadie. Simple, racional y justo, aspectos que la FBF no contempló en su decisión.

Costa y quienes aprobaron la anulación (sin una investigación concluida) de los torneos profesionales están convencidos de que haber hecho públicos los “indicios” y forzar una especie de “torneo relámpago” son los pasos correctos para la refundación del fútbol boliviano. ¡Cómo se nota su incoherencia y necedad, su total incomprensión del fútbol y el profundo desapego con sus clubes!

Acabo de escuchar “gol” en un tono apagado. Neymar anotó el quinto. Minuto 92. La defensa boliviana, pensando ya en el final, jugaba displicentemente. Ni el golazo marcado por Víctor Ábrego (al minuto 78) elimina la decepción que venimos sintiendo. Y no hablo sólo de nuestra selección.

Aún falta que la precipitada decisión de la FBF reciba la aprobación de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL), pero el daño ya está hecho. El escándalo y la desconfianza están instaladas en el hincha. ¿Podremos ir con la misma alegría a los estadios? ¿Podremos disfrutar, hinchas y jugadores, de las sorpresas gratas que siempre trae consigo el buen fútbol?

Incertidumbres, más que las sorpresas, son las únicas respuestas que parecen asomar. Por suerte, aunque pareciese que la “mentalidad empresarial” se ha instalado completamente, el fútbol continuará siendo esa montaña rusa de emociones a la que, quienes disfrutamos de este deporte que Camus amó y Borges detestó, acudiremos tan nerviosos y animados como siempre porque, en definitiva, el fútbol es de jugadores e hinchas: es nuestro.

América Yujra Chambi es abogada.

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