Pablo Cachaga Herrera
(tomado de Página 7)
Desde su promulgación, el decreto «Esfuerzo por Bolivia” ha levantado el interés de los tradicionales opinadores económicos, quienes han aprovechado la ocasión para exacerbar las expectativas inflacionarias de la población.
Tan descontextualizado es su «análisis” que confunden el crecimiento y estabilidad de hoy con tiempos de la Unidad Democrática Popular (UDP) y asemejan nuestra situación a la República Bolivariana de Venezuela.
Cabe aclarar a la población que este incentivo es muy diferente respecto al de anteriores gobiernos que impulsaron mayor gasto salarial. Este doble aguinaldo está acompañado por mayor producción de bienes y servicios, y no es la simple emisión de papel moneda sin respaldo alguno.
Además, tenemos una economía muy diferente a la venezolana y una inflación radicalmente inferior, consecuencia de la implementación acertada del Nuevo Modelo Económico Social Comunitario y Productivo, el cual recoge características propias de nuestra economía.
Este incremento del ingreso despertará la capacidad de previsión de las familias y aumentará el ahorro. Asimismo, en muchos casos aliviará el pago de deudas. En aquellas familias con mayores ingresos fomentará la compra de bienes raíces y otros bienes de lujo.
Todos saben que generalmente los aguinaldos son destinados a la compra de bienes duraderos, como ser radios, televisores, refrigeradores y otros, y que en menor proporción son invertidos en la compra de alimentos. Las personas no pueden cambiar de la noche a la mañana su patrón de consumo.
También es destacable la política monetaria implementada por el Banco Central de Bolivia, que en la gestión logró recoger una liquidez de 5.200 millones de bolivianos y logró controlar la inflación del mes de octubre, la cual registro una variación mensual de 0,73%, la mitad de la inflación registrada en el mes de agosto y septiembre.
Además, se debe considerar que las presiones inflacionarias registradas en esos dos meses se deben exclusivamente a consecuencias de complicaciones climatológicas.
Ante un panorama venidero dificultoso, debido a las amenazas de algunos sectores de incrementar sus precios, nosotros, como consumidores, debemos hacer valer nuestros derechos y denunciar el agio y especulación, que está penado por ley.
Por tanto, este doble aguinaldo, muy vilipendiado por los opinadores, pero al final muy esperado por ellos, -que seguramente lo destinarán a comprar bienes de lujo, y no así alimentos– es, simple y llanamente, un incentivo para que los bolivianos y las bolivianas sigamos poniendo el hombro a la producción para mejorar el bienestar de todos.
Pablo Cachaga Herrera es economista