La búsqueda insaciable del poder total

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Por: Max Baldivieso

 “…el hombre es un animal egoísta y envidioso y, si intenta construir un sistema político apelando a su bondad y altruismo, el resultado será la peor clase de Terror (tanto los jacobinos como los estalinistas presuponían la virtud humana). […] El habitual razonamiento liberal conservador contra el comunismo es que, al pretender imponer sobre la realidad un imposible sueño utópico, necesariamente acaba en un Terror mortal”.Slavok  Žižek

El nuevo progresismo de la derecha se vistió de izquierda, entró al tablero sudamericano para disputar el terreno perdido por sus continuas derrotas obtenidas en las ánforas y en las calles. Con la aparición de una democracia populista que se encontraba fuera del estado, planteando una lucha nacionalista con recursos más controversiales como es el racismo  y el fanatismo exacerbado por la patria, como es el caso del movimiento cívico que su  sueño era volver a la república.

Este capítulo de la historia del país me trae a la mente la furia del nacismo contra los judíos, donde la lucha de clases va cambiando de sujeto basado en lo racial, en el caso de Bolivia al llegar el poder un indígena el odio de esta derecha populista se encarnó en el indio, donde no importa la gestión del estado solo era sacarlo del poder.

Los populismos de derecha o populismos fundamentalistas, con respecto al liberalismo y su mediación en la guerra cultural que libran hoy liberales conservadores de derechas y liberales progresistas de izquierda como mecanismo de cierre entre sus rivalidades encontrando en la clase y el color de la piel, una respuesta a su objetivo político basado en el odio.

Frente al aumento progresivo de los populismos de derecha que triunfan en todo el mundo, dentro de la etapa actual  de capitalismo global, con una corriente ideológica conocida derecha alternativa, que se encarna en lo más básico de la mirada política, las diferencias con el otro.

En Bolivia surge una corriente de nacionalismo desde los jóvenes que son bautizados por el caudillo como pititas, estos hijos de los revolucionarios del ´90, estos que vivieron el hambre de la UDP y conocieron el final de las dictaduras, estos sujetos con mente revolucionaria criaron una generación basada en lo material y apoyándose en ese capitalismo que despreciaron, les sirvió para educar a estos nuevos progresistas, que avalaron la matanza de Sacaba y Senkata, los que callaron la salida  de divisas al exterior mientras no esté aquel que es antagonista a su concepción de clase.

Estos movimientos tomaron fuerza a raíz del agotamiento de los gobiernos de izquierda y el viraje hacia liderazgos situado en la derecha. Aunque, más que un giro una postura política  lo que produjo un voto castigo hacia aquéllos que habían ocupado el poder.

Con una crisis económica provocada por la baja de los precios de las materias primas, empezó a desnudar una crisis que tendría sus efectos dramáticos en términos sociales, a su vez en lo políticos,  con el desarraigo y el cuestionamiento de las élites políticas acusadas por numerosos casos de corrupción. El malestar con la democracia representativa y las políticas desarrolladas, así como el incremento de la desafección se vio reflejado en una escalada de protestas que llevaron a que 2019 fuera un año de estallidos sociales, con un nacionalismo encarnado en una lucha de clases donde el sujeto de odio era el que no se blanqueaba lo suficiente, ante los ojos de este movimiento sin construcción política real.

Para volver a retomar el poder se tuvo que recurrir a otro tipo de líderes, en Bolivia se recurre a un profesional con un excelente record como Ministro de Economía, el abanderado del anterior proceso, acompañado de un pachamamista un luchador indígena que todo lo conceptualiza desde la tierra, esa fue la estrategia de unidad para poder sacar a esta derecha alternativa.

Esta búsqueda por identificarse en un centro izquierdo fue similar en toda la región, como en mayo de 2018 Carlos Alvarado de centro-izquierda venció, en unas reñidas elecciones, obteniendo la presidencia de Costa Rica. En julio de ese mismo año, Manuel López Obrador llegaba al poder en México. En 2019 el centro-izquierda obtuvo la presidencia de Panamá con Laurentino Cortizo. En octubre de 2019, Alberto Fernández ponía fin al gobierno de Mauricio Macri y a su intento de ser reelegido en Argentina. Más recientemente, en octubre 2020, Luis Arce, del MAS, vencía claramente en las elecciones presidenciales de Bolivia y, en febrero de 2021, el candidato apoyado por Rafael Correa en Ecuador, Andrés Arauz, ganaba la primera vuelta y por último la victoria de Pedro Castillo en el Perú marca una nueva reconfiguración de la política dentro de la región.

La propuesta de esta nueva corriente latinoamericana  tiene que empezar a construir una nueva política basada en la empatía con el otro, el de aprender a oír y poder de esta manera construir nuevos horizontes.

Pero a no olvidar que la falta de afecto de la ciudadanía con la democracia es extremadamente alarmante y esto puede devenir en una política basada en el capital sometido al consumo con la herramienta del populismo que logra desarraigar la cultura y transita en un concepto basado en el totalitarista y radicalmente nacionalista.

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