Andrés Gómez Vela*
Son los profesionales de la mentira. ¿Por qué? Porque llamaron el “día de la mentira” a la verdad salida de las urnas en el referendo de 2016, cuando el pueblo dijo que no quiere un “rey”.
Son los profesionales de la mentira. ¿Por qué? Porque dijeron que ser dictador es un derecho humano y democrático.
Son los profesionales de la mentira. ¿Por qué? Porque declararon inconstitucional a la mismísima Constitución para imponer una tiranía.
Son los profesionales de la mentira. ¿Por qué? Porque dijeron que recuperaron la democracia después de haber empedrado el camino para una dictadura.
Son los profesionales de la mentira. ¿Por qué? Porque se inventaron un golpe de estado para desacreditar la rebelión popular contra el tirano.
Son los profesionales de la mentira. ¿Por qué? Porque denominan gobierno de facto al gobierno que ellos mismos constitucionalizaron y legalizaron en la Asamblea Legislativa.
Al escuchar tantas mentiras no sabes si expresar tu disgusto con una risa, una sonrisa irónica, una mueca burlona o una sonora carcajada. Mas cuando estas a punto de reírte, te asalta la preocupación porque comienzas a ver que hay gente que cree en los políticos mendaces.
A propósito de lo descrito, el profesor de ética de la Universidad de Harvard, Lee McIntyre, escribió que La posverdad (mentira construida con una intencionalidad ideológica y un objetivo político) no tiene que ver con la realidad, tiene que ver con cómo los humanos reaccionamos ante la realidad.
Por eso, los fabricantes de la mentira encadenan sus acciones en secuencia: 1) Matan la verdad, 2) desprestigian a las fuentes portadoras de evidencias fácticas, 3) cambian los esquemas de interpretación de sus seguidores con creencias afines para que la “realidad” fabricada se instale en las cabezas de aquellos y contradiga los hechos, y 4) convierten el cinismo en una estrategia política para buscar equilibrio en la cobertura mediática.
¿Cómo reaccionar ante tanta mentira que daña a la democracia? ¿Basta con elegir sabiamente lo que vamos a creer? ¿Enfrentar a los “guerreros digitales azules” con los “guerreros por la verdad”? Pues no.
Nuestra primera acción debe consistir en evitar creer que esa mentira es tan tonta que nadie va a creer. La vida está llena de ejemplos que demuestran que hay gente que cree en tonterías. El mendaz arma su mentira sabiendo que hay alguien que le va a creer. Aprovecha la ignorancia voluntaria, los sesgos cognitivos y de confirmación de miles de personas.
Producir inmediatamente una contranarrativa desmonta la falsedad y evita que la mentira haga metástasis en las instituciones de la democracia.
La segunda acción debe estar orientada a atestiguar que la versión que altera la realidad es una MENTIRA. No es suficiente agregar el adjetivo “supuesto” si las evidencias fácticas demuestran que es una falsedad del tamaño del universo. Llamar mentira a la mentira ayuda a orientar el pensamiento hacia la verdad.
La tercera acción tendrá que consistir en dar prevalencia a los hechos y no a los dichos. Tener presentes los hechos para impedir el triunfo de la realidad verbal es un buen método para desarticular las frases de aquellos que no solo niegan la realidad, sino que la modifican a su voluntad.
La experiencia demuestra que los hechos frente a la “realidad montada” (apariencia) no pueden ser negadas por mucho tiempo y que la repetición de hechos verdaderos tiene un efecto a la larga. En suma, la información refutadora bloquea los efectos del razonamiento motivado.
Además, genera pensamiento crítico, induce a la investigación y puede, incluso, cambiar las opiniones partidarias cuando una persona, que en un momento de inseguridad y amenaza creyó en una mentira, se choca una y otra vez con el muro de la verdad y comprueba que sus creencias son desarticuladas con información fáctica correcta.
Una de las formas más importantes de combatir la posverdad es combatirla dentro de nosotros mismos, sugiere el profesor McIntyre. Esta idea debería ser nuestra cuarta acción. Los seres humanos tenemos sesgos cognitivos, esquemas de interpretación y tendencias a creer que el otro es el equivocado y no nosotros. Dudar de nuestras creencias, desafiar nuestros sesgos y ser algo escépticos, como lo son los científicos, ayuda a acercarse a la verdad.
Las cuatro acciones pueden impedir que los profesionales de la mentira acaben con la democracia que, en esencia, es un sistema político que busca la transparencia frente a la oscuridad de la dictadura.
*Andrés Gómez Vela es periodista.
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