Senkata, no te merecen

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Por: Reyna Suñagua (Quya)*

Los pututus suenan… y su sonido trae calma, sólo por un momento.

Cuántas bolsas negras habrán comprado ayer y hoy las tías y los tíos para improvisar un moño negro y colgarlo en las puertas de sus casas, en las iglesias, para ponerlo encima de su Wiphala, para que el viento recuerde el luto, para que el pueblo nunca olvide, pero ya es tarde, Senkata… la gente olvida rápido.

No te merecen, Senkata. Esta gente no merece tenerte en el país. No merecen las lágrimas y las noches de desvelo, esperando el triunfo para sacar a esta gente que nos quiere hacer daño. No merecen la sangre derramada que están dentro de sus autos lujosos, no merecen tus llantos, tus gritos, no merecen tus ruegos.

No te merecen, Senkata, porque un día diste el pecho para defender el gas y hoy te llaman terrorista, te dicen delincuente y que quieres explotar la planta. ¿Cómo puedes explotar, Senkata, algo que te ha costado sangre en el 2003? ¡MENTIRA, MIL VECES MENTIRA! ¡No te merecen…!

No te merecen, Senkata, no merecen a las tías que lloran a sus muertos. No te merecen, tía, ya no llores por favor, por favor, tía, nos llevaremos a nuestros hermanos lejos, al campo. Porque tú luchas por una vida mejor para tus hijos, y los han matado ¡no te merecen, tía, no y no! Nos llevaremos a nuestros muertos, les vamos a enterrar con honores, con agradecimiento, bien van a estar al lado de su pueblo.

Hagamos nuestro país, tía, lejos de esa gente que te odia, que te insulta. ¡Qué sufran, tía! ¡Que sepan! Dejalos, tío, porque cuando un día el Estado viole sus derechos y ya no puedan pronunciarse, se acordarán de ti y la historia te dará la razón. Pero ya será tarde…

Ahora no te quieren, Senkata, porque les estorbas. Te querrán cuando los cobardes corran. Te querrán cuando la clase media ya no tenga dinero. Te querrán cuando los q’aras ricos sientan la crisis económica. Te querrán cuando aumente el dólar o suba la canasta… ahí te querrán los hipócritas, para que pongas el pecho a la bala nuevamente, pero no caigas, Senkata, luego te borrarán nuevamente de la memoria cuando haya abundancia. ¡Una y mil veces no te merecen, Senkata!

Dame tu mano, tío, les dejaremos de una vez. Nos iremos a la pampa. Yo sé pastear, tendremos ovejitas. Tía, enseñame a hilar con tu rueca, nos haremos camitas para dormir. Nos cocinaremos en fogón, iré a recoger paja seca en mi bici. Porque nada nos ha faltado, sabemos cuidarnos, y lo que tenemos lo hemos peleado, no le debemos nada a nadie. Ni siquiera el camino por donde transitamos para ir a la marcha ¡tú lo has conseguido luchando! Por eso te pido, vámonos por favor, no te merecen… que se lo queden todo, pero nunca nuestro esfuerzo, ni nuestras lágrimas.

No te merecen, Senkata, este país no merece a mujeres y hombres luchadores y luchadoras; trabajadores y trabajadoras. No merecen a valientes, que hambrearon en el 2003 para que las ciudades coman luego de que les dispararon, y que hambrean ahora, para que coman tus hijos y los hijos de los q’aras en un futuro. No te merecen, dejalos por favor. No te pido que renuncies a tu lucha, te pido que luchemos, pero para los que en verdad lo merecen, vámonos por favor, tío, a la chacra vámonos.

Mi Papito decía que la ciudad nada valora. Pedimos ¡JUSTICIA!, Papito, no nos escuchan, se burlan nomás ¡Cuánta razón tenías, Papito! Ojalá estuvieras aquí «¡No llores, waway!», me dirías. «Nos iremos al campo, ahí es más tranquilito», me hubieras dicho como cuando era pequeña.

Vámonos, tía; vámonos, tío. Vámonos al campo, ahí haremos nuestra ciudad, empecemos desde cero, haremos nuestro país con nuestro pueblo, nadie nos molestará… porque ahí está nuestra gente aplaudiendo nuestra lucha y dándonos la mano. Esperándonos con p’isqi, con chuñito y charke en su atado. Que lloran nuestros muertos junto con nosotros, que aplauden nuestra historia, que nos recuerdan, que nos valoran. Haremos nuestro propio país, tía, tío, porque éste ya no es nuestro lugar tío, tía, y al mismo tiempo es más nuestro todavía. Pero no nos quieren, nos quieren muertos, tío, tía… ¡no tía, no corras, no vayas, tía, no vayas, tío! ¡No merecen tus ruegos, tía. No merecen ni tu cansancio, tío!

¡Vámonos, tío! ¡Vámonos, tía! ¡Héroes de Senkata, de Sacaba, compañeros de Yapacaní, de Montero… hermanos, hermanas: no los merecen!… pero a pesar de eso sé que seguirán luchando, porque son fuertes.

¡Este país es muy pequeño para gente tan grande!

*Reyna Suñagua (Quya) es escritora.

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