El derecho al amor y a la felicidad

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Hernán Cabrera M.
Preocupante e insostenible una declaración que escuché al portavoz del arzobispado, Erwin Bazán, refiriéndose a la polémica sobre la unión de dos personas del mismo sexo. Apeló a la Constitución, a la Biblia, que hablan del matrimonio o de la constitución de una familia.
Dijo que los derechos no pueden abarcar a todas las personas o sectores, en clara alusión a la comunidad gay, lesbianas, trans, enfatizando que el matrimonio Dios y la Iglesia los hizo entre hombre y mujer, y por tanto deben procrear los hijos que quieran.  Agregó que los derechos no pueden ser atropellados o vulnerados por este sector, al pretender unirse o contraer matrimonios entre hombres y hombres, mujer y mujer.
Es bueno recordar al que es portavoz de la Iglesia Católica, de la cual pertenezco y lo seguiré siendo, además creo profundamente en Dios y en lo que hizo y predicó Cristo, que cuando hablemos de derechos humanos no existen fronteras, barreras o propiedades algunas para limitarlos, reducirlos, obstaculizarlos o anularlos. O en su caso prohibirlos, como pretende Bazán, que dicho sea de paso no es dueño de la verdad, ni de la fe.
Mientras más se amplíen los derechos humanos, se derrumben fronteras, se deshagan muros y paredes, una sociedad es más tolerante, más respetuosa, más pacífica, y más amable.
En cada rincón, en cada gesto, en cada persona, en cada gestión, en cada demanda, y en todos los espacios deben imperar los derechos humanos, como pilares de todo sistema democrático y político.
Recuérdese que lo que siempre acompañó a la historia de la humanidad han sido los impulsos y las luchas por la justicia, la libertad, la igualdad, la paz, la tolerancia y por eso hemos llegado a estas alturas del Siglo XXI.
De no haber sido así, esa humanidad se hubiera sumido ya desde hace años en el caos, la guerra, la violencia y la muerte. E incluso se han superado épocas negras como la Inquisición, las guerras mundiales, aunque persistan en la actualidad fanatismos y crueldades.
Han sido los derechos humanos y su perspectiva de ir rompiendo mitos, prejuicios, mentalidades que han sostenido el avance de la humanidad hacia mejores días. También estamos hablando de derechos humanos y del disfrute al que estamos convocados a ser parte, cuando nos referimos a los nuevos paradigmas que el Estado boliviano está incursionando.
En este caso, del matrimonio o unión entre personas del mismo sexo, hay otro principio fundamental, que incluso Jesucristo lo dejó plasmado: “Ámense los unos a los otros”. Como el derecho al amor y la felicidad no tiene sexos, trasciende, se amplía, vuela, abraza y rompe mitos, prejuicios y barreras, y nos debe llegar a todos por igual.
* Hernán Cabrera es periodista y exDefensor del Pueblo de Santa Cruz de la Sierra. 

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