Andrés Gómez me pregunta ¿por qué los hombres violan? y yo me quedo un tanto pasmada, no creo tener la respuesta, no creo que exista una respuesta simple a esta interrogante. Sin embargo, me comprometo a indagar, porque ésta es una pregunta que me hago casi todos los días, sobre todo cuando la prensa nacional informa de casos que se repiten casi a diario y que, de tanto repetirse, parecen haber generado una costra dura en una sociedad que ya no se sorprende, que quizás condene el hecho desde su fuero interno, que maldice y termina mirando para otro lado.
- No vamos a resolver el problema mientras continuemos ignorando sus dimensiones y características. Urge investigar y pienso que las universidades son las entidades que mejor podrían enfrentar este desafío a través de estudios multidisciplinarios y longitudinales que consideren las diversas variables que hacen a este problema. Para ello requieren recursos financieros, tanto cuanto acceso a víctimas y perpetradores, y esa debería de ser una prioridad presupuestaria.
- Tampoco vamos a poder resolverlo mientras la justicia no actúe con prontitud, celeridad e idoneidad, muñida de recursos tecnológicos y HUMANOS capaces de tomarse a cargo la responsabilidad y la defensa de las VÍCTIMAS, en primer lugar. No es incrementando sanciones o promoviendo actos de venganza, linchamientos, castraciones, hasta la pena de muerte inclusive, que se va a evitar más violaciones. Necesitamos una justicia idónea que aplique las leyes existentes con todo el rigor que corresponde a cada caso y emita una señal clara y permanente de que la impunidad les está negada a los perpetradores.
- Mucho menos si continuamos sosteniendo y justificando la violencia en contra de las mujeres como un hecho natural, como un derecho de los varones o como un deber de los mismos (el deber disciplinar). Debemos trabajar en todos los ámbitos, empezando por las familias, pasando por las escuelas, los colegios y las universidades, hasta las instituciones, educando a LOS HOMBRES (en primer lugar) en relaciones de respeto hacia las mujeres.
- Debemos de ser drásticos en la sanción moral, tolerancia cero a cualquier manifestación de violencia, desde los chistes, aparentemente “inocentes”, hasta los actos más aberrantes.