Fondioc y Nemesia Achacollo

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Rafael Puente
(Tomado de Página 7)
La renuncia de la Ministra de Desarrollo Rural, de cuya autoridad dependía el Fondo Indígena, puede interpretarse de diferentes maneras: o bien es una forma de reconocer que doña Nemesia tiene cuentas que rendir al país (y quiere hacerlo desde el llano, como dijo alguien) o bien es desaparecer del escenario político precisamente para no tener que responder  nada (borrador y cuenta nueva). Si se trata de la primera hipótesis, todos y todas tenemos derecho a saber todo lo que pasó en ese Fondo y cómo la exministra puede explicar lo que mínimamente se tiene que calificar como su irresponsabilidad. Y si se trata de la segunda hipótesis, estamos obligados/as a protestar y exigir que la exministra dé la cara.
Porque no se trata de un problema cualquiera o de poca monta; se trata del segundo mayor escándalo de corrupción que se ha suscitado en este proceso, que empezó siendo de cambio (el primero fue el de YPFB y Santos Ramírez, pero ahí sí hubo un responsable y una sanción, aunque sigan muchas cosas sin aclarar). Por lo demás, no se trata sólo de noticias de prensa que pudieran haber sido más o menos distorsionadas.
Con la publicación del libro de Manuel Morales Álvarez sobre la gran estafa que fue el Fondioc, es imprescindible que todo eso se aclare y que nadie se contente con que a partir de ahora dicho Fondo va a cambiar (de finalidad y de estructura ¿para que lo olvidemos?).
Lo que empezó con una sorprendente denuncia de la Contraloría fue creciendo de manera asombrosa en la medida en que salían más y más datos, casi todos estremecedores. En el libro de Manuel Morales se menciona, por ejemplo, el hecho de que -según declaraciones de la ministra Achacollo- el Fondo había llegado a acumular un total de 3.200 millones de bolivianos, cuando en realidad los datos registrados en el propio Fondo suman 3.900 millones; ¿por qué la máxima autoridad escondió la existencia de 727 millones? 
Tenemos derecho a una respuesta, y no entendemos que a la señora Achacollo se le dé un trato diferente al que se le diera en su momento a Santos Ramírez (que además tenía a su favor un montón de méritos políticos que doña Nemesia nunca tuvo). No se puede ignorar, por ejemplo, las denuncias formuladas contra ella por el exdirigente de la Única Joel Guarachi (que van más allá del Fondioc, ya que tocan las políticas de dicha Ministra, sistemáticamente favorables a los oligarcas del oriente y nunca a la masa de pequeños campesinos, que a estas alturas siguen trabajando a pérdida).
Y no se trata sólo de luchar efectivamente contra la corrupción, sino de algo mucho más grave, como es el haber inducido a corromperse a un notable número de dirigentes y representantes indígenas que han venido a mancillar brutalmente el ama sua, que ahora Naciones Unidas dice que hace suyo (juntamente con el ama qhella y el ama llulla, ¿con qué moral, esa pandilla de flojos, mentirosos y encubridores de corruptos?). Porque ahora la mayor parte de las personas imputadas (o imputables) por el escándalo del Fondioc resulta que son indígenas, muchas de ellas probablemente manipuladas y víctimas de la inexperiencia (sumada a la pobreza); con lo que este proceso pierde autoridad moral a la hora de una lucha efectiva contra la corrupción.
Y no quiero dejar de mencionar el caso más asombroso, a la vez que simbólico, de lo que está pasando. Es el caso de doña Melva Hurtado, una antigua luchadora que siempre había sido digna de respeto y apoyo, y que ahora (hace sólo un año) aparece recibiendo en sus cuentas personales (con número y fecha) más de un millón de bolivianos, y a la que se acusa de haber autorizado el pago de más de 22 millones de bolivianos (de los cuales siete iban a cuentas privadas) e incluso de haber recibido más de 11 millones en su cuenta personal del Banco de la Unión. ¿Es que fue también objeto de manipulación y engaño la presidenta de la CIDOB oficialista? Es urgente que eso se aclare. Ojalá nos muestren que Nemesia y Melva son víctimas inocentes (en ese caso quisiéramos saber de quién). Lo que no se justifica es el silencio (y los que callan pueden aparecer cómplices).

Rafael Puente es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) 
de Cochabamba.

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